Gays construyen una comunidad en la Ciudad de México

20.12.2011 20:46

 

Hay un hombre gay en el aparador. Se encuentra en un café que tiene la parte frontal al aire libre y cuenta con paredes de colores brillantes, un lugar que prácticamente invita a los transeúntes a observar a los clientes como si se tratase de un acto de circo [circus performers] o un pez en una pecera.

La idea del café BGay BProud no es causar sorpresa a la gente en este país tradicionalmente macho, sino ofrecer a los extraños [outsiders] un vistazo a un estilo de vida del que pueden no saber mucho al respecto, asegura uno de sus dueños. “No tenemos nada que esconder; no necesitamos estar tras ventanas cerradas,” asegura uno de ellos, Gerardo Espinosa Frias, de 23 años de edad. “Todos voltean. Incluso los que van en automóviles, ellos voltean.”

Está en lo cierto. La gente voltea [Heads do swivel].

Es un largo camino desde San Francisco o Greenwich Village en Manhattan, pero con una calle de restaurantes, tiendas de ropa y cafeterías nuevas, los gays y las lesbianas de Ciudad de México establecen algunas cuadras [blocks] de su propio territorio [turf].

Ahora ellos tienen lugares donde pueden, de manera confortable, agarrarse de las manos mientras hacen sus compras, comen o conversan – muestras de afecto que eran peligrosas en la Ciudad de México hace no mucho tiempo, como señaló Julian Roman, editor de la revista Ser Gay o Being Gay. [de modo literal: “Julian Roman, the editor of the magazine Ser Gay, or Being Gay.”] “La conducta de la gente está cambiando de manera radical,” dijo Roman, “Hace diez años, no podías pensar en esto, pero ahora, besarse o tomarse de las manos es común.”

“Nosotros existimos. Deseamos lugares nuestros donde podamos ser como somos,” dijo Fernando, de 19 años de edad, quien está indeciso si decir a sus padres sobre su orientación sexual y preguntó que su apellido [last name] no sea utilizado, “deseamos que las generaciones futuras muestren más aceptación.”

A unos minutos de la concentración de negocios gay en la zona turística, lo que se anuncia como “el primer centro comercial gay en América Latina” está preparándose para una gran apertura en febrero. La Plaza de Las Américas no es espectacular, y no existen garantías de que sobrevivirá. Cuenta con 76 locales comerciales, donde encuentras desde cosas ordinarias como una tienda de “gorditas” y un optometrista, hasta una tienda de libros para adultos y un servicio de citas [dating service].

El lugar estaba buscando una forma de aumentar sus ventas y se le acercó la comunidad gay, asegura Fernando San Vicente, un vocero: “Intentamos generar un medio de equidad, donde no haya discriminación,” dijo San Vicente, quien expresó su esperanza de que un lugar donde los gays estén cómodos será bueno para el negocio.

Al momento sólo ha existido un incidente incómodo, el sanitario de los hombres fue pintado con spray con graffiti anti-gay.

Una amenaza mayor podrían ser la aceptación de los clientes al nuevo tema del centro comercial. “Está cambiando, pero la gente en México tiene dos caras; nunca nos perdonarán” por ser gay, dijo León, de 55 años de edad y dueño de una tienda, quien también nos pidió que su apellido no sea publicado. “Ellos lo mastican, pero no se lo tragarán,” dijo sobre ser cortésmente tolerando pero no demasiado aceptado por el público en general.

Los negocios gay necesitan moverse con cuidado mientras buscan atraer al público en general, dijo León, quien criticó un show de drag queens que fue presentado por el centro comercial en Navidad, pues algunas personas podrían considerarlo irrespetuoso.

Todavía no es claro qué factores propiciaron los refugios gay [gay havens] en la Ciudad de México, aunque algunos afirman que fue la combinación de la comunidad gay haciendo un esfuerzo por abrir negocios en los mismos vecindarios y por el apoyo del gobierno de izquierda de la ciudad, que ahora es más tolerante.

“Ellos han ganado mucho respeto,” dijo Irma Ramirez Payan, de 36 años de edad, quien dirige una tienda de ropa en el distrito comercial, al referirse a los gays, “ahora es cuestión de los polìticos, las empresas y mucho trabajo duro.”

En tanto, Diana Garcia, de 23 años de edad, una lesbiana que estudia para ser chef, dijo que la concentración de negocios que son amigables para los gays [gay-friendly businesses] le ayuda a conservar la razón [sanity]. “Tú prácticamente tienes que vivir dos vidas,” dijo ella sobre el hecho de que de manera continua debe esconder su orientación sexual, quien concluyó: “Este es un lugar donde puedes ser quien eres y no esconderte.”